sábado, 7 de febrero de 2009

cuento sobre la tragedia de jimanì en el 2004


Solidaridad


La lluvia se hizo adulta y torrencial, el gallo no cantaría en la mañana a las casitas humilde del barrio el abanico de jimaní, fue la madrugada del 24 mayo en que el río Soliette haitiano arrastro loma abajo la muerte al río Blanco dominicano, arrastrando la muerte y todo cuanto encontró a su paso. Rumbo al lago Enrriquillo Se fue la hierba y el pasto, la tierra y el ganado, hombres, mujeres, niños, casas y escombros. Allí solo quedo un llanto pestilente ante tan dantesco suceso que sorprendió a la vida.

Fue este el panorama que encontré al llegar a jimaní al otro día de la tragedia, viajé 280 kilómetros desde santo domingo con la esperanza de encontrar a mi familia viva, sin saber la magnitud del hecho pues era poco lo que se sabía en el país hasta este momento. ¿Por qué Dios mío todo hay que irlo ha buscar todo en la capital?, yo tuve que irme primero a estudiar luego a trabajar en busca de mejoría para los míos, para sacarlos llevarlos a vivir allá en mejores condiciones.

La principal causa de esta riada es la inconciencia de quienes deforestaron este suelo y construyeron (ante la mirada inerte de las autoridades) débiles casuchas desplazando el cauce del río, la deforestación en estas cuencas es intensa en Haití, mientras que en Republica dominicana está mejor cuidada pero no lo suficiente para evitar el desplazamiento del suelo.


Precipitaciones de más de 240 metros de lluvias en tan solo 6 horas, esto representa más de un tercio de la lluvia caída en jimanì en todo un año. Jimanì es una provincia fronteriza del sur de la republica dominicana rodeada de las más importantes montañas haitianas, quedando el barrio el abanico convertido en un medio embudo que está conformado por materiales gruesos en medios semi áridos los cuales fueron depositados por una corriente de agua que abandona un valle estrecho, muy encajado e inclinado en un sistema montañoso, sobre una llanura de pendiente relativamente baja provocando que el río soliette drenara sus aguas por su cause ordinario hacia el abanico aluvial en que se convirtió el barrio.


Yo quisiera ayudar, ofrecer mis servicios como psicólogo clínico pero ¡y a mi quien podría ayudarme! Mis ojos dilatados ya por el llanto auguran más dolor en la búsqueda de mi familia. Me parece que en poco tiempo estaré como la haitiana que se aferra a tres muñecos por que cree que son sus tres niños desaparecidos en la riada o el agricultor que salvo la vida por quedarse bebiendo tragos en el pueblo y ahora borracho aun busca su casa llamando a sus seres queridos sin entender lo pasado, a la niña que inocente juega sin saber que es la única sobreviviente de su familia.


El creyente aferrado a la Biblia pide la redención y arrepentimiento del pueblo de dios, los socorristas de la defensa civil (héroes empíricos) literalmente con las manos levantan escombros y buscan sobrevivientes o cadáveres en lugares inhóspitos a los que el río arrastro todo lo encontrado a su paso, y yo tembloroso voy perdiendo la fe y la batalla ante el triste momento de ver muerto, envueltos en funda y siendo enterrados en fosas comunes a mis seres amados. El lugar de mí vivienda parece tierra arrasada no por un fenómeno natural sino por greda y pala mecánica. ¡Ahí dios mío! Mi madre la ultima vez que le hable me dijo – quiero verte ante de morir pues me siento muy enferma- mi hermanita que ya en enero entraba a la universidad y a mi que colega psicólogo me asistirá, que técnica conductual usará para salvarme de la locura total.

Cuantos niños sin padres y padres sin niños, ya la hambruna se apodera de la zona… (Bueno más que antes) jimanì ha sido siempre una tierra de hambre y miseria, (debe ser la mas pobre de la republica dominicana).

Pero un buen día llegó la solidaridad, si esa gran mano amiga de los dominicanos que no deja morir su gente, llego la ayudad como lagrimas derramadas, (o sea mucha). Ya mi gente estaba mas tranquila y aunque perdí a toda mi familia me integré a las labores de reconstrucción sintiendo orgullo de ser de aquí, de ser dominicano, de ver gente que lo perdieron todo levantarse y luchar y gente que no sintieron nada de esto en carne propia ser solidario y desprenderse de lo suyo para ayudar al prójimo, al hermano al compatriota, al desconocido, al refugiado, al necesitado.

Por televisión nacional se transmitieron las imágenes de la tragedia consternando a todo el mundo, provocando así que cada quien ponga su grano de arena y se mudaron nuestra gente, gracias a ese comportamiento cívico a un sector alto y sin riesgo en casas seguras y mas digna para el hábitat humano llamado solidaridad en honor a quienes nos ayudaron y para siempre recordar a los mas de seiscientos muertos provocado por la riada.

Piel erizada les cuento esto, las heridas vivas aun que me resurgen cada vez que recuerdo al paciente más difícil de curar que he atendido… yo.

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